¿Qué ocurre si encierras a un grupo de actores en un hospital psiquiátrico para que se hagan pasar por enfermos de cara a una inspección?
¿Cómo tratamos a nuestros enfermos? ¿Los medicamos o los cuidamos? ¿No es a los actores a los que habría que encerrar?
Comedia de enredo, El circo imaginario discurre a través de tres generaciones de españoles: nuestros abuelos, nuestros padres y nosotros mismos.
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—No voy a engañaros. He venido porque necesito vuestra ayuda.
Esteban tomó aire y comenzó a explicarles que estaban a punto de cerrar San Marcelino, el hospital psiquiátrico que dirigía. Cien años de esfuerzos iban a desaparecer de un plumazo.
—¿Y qué podemos hacer nosotros? —preguntó por fin Carlos—. Solo somos actores.
—Eso es precisamente lo que necesito. Actores. Grandes actores… Bueno, cuatro.