Cuatro mujeres con profundas personalidades diferenciadas que tienen una raíz común: amadas desde el desgarro interior. Una mujer que debe irse, otra que no recuerda quién es, un hombre que adquiere el regalo de un alma y debe aprender a conservarla, un diablo que protege a los enamorados.
Amado Nervo como nunca lo hemos conocido, alejado de su poesía modernista, pero esencial.
«Solo aquellos a quienes amamos tienen el poder de atormentarnos, y hemos de seguir amando aunque nos atormenten, sin preguntar ya si son malos o buenos…»
El diablo desinteresado
«Ni sus desconfianzas, ni su suspicacia, me herían; no podían herirme, porque eran amor; no eran más que amor, un amor loco, insensato, desapoderado, delirante, como deben ser los grandes amores.»
El diamante de la inquietud
«De las veinticuatro horas del día, Luisa me echaba a perder por lo menos seis: las que pasaba a su lado. Pero como en esta vida nada es constante, ni las perrerías de una mujer, allá cada semana o cada dos, tenía una hora amable, una hora dulce…»
Amnesia